martes, 2 de diciembre de 2014

Puchichi: ese tipo inquieto y fastidiador



Este 2 de diciembre de 2014 arriba a sus 63 años de vida un gran amigo, Juan Agustín Rodríguez Licea, a quien todos cariñosamente siempre le hemos dicho Puchichi. No recuerdo con claridad, cuándo y en qué momento lo conocí, solo veo vagamente a aquel jovencito allá en el periódico La Demajagua en su primera sede de la calle Martí número 70, en Bayamo, luego de regresar yo a mediados de 1979 después de cumplir misión militar en la República Popular de Angola.
En esa época ya Puchichi estaba allí y laboraba como diseñador en la redacción del órgano de prensa junto a Miguel Güell Polanco, este último lo hacía como formatista.
El Pucho, como también se le ha dicho y él mismo así se dice, era y es de esos tipos inquietos, alegre y dado a hacerles maldades a los demás compañeros, algo que lo caracterizaba como el típico cubano jodedor, pero eso sí siempre cumplidor con todas las tareas tanto laborales como de otra índole en las que tomara parte.
De esa manera, por aquellos años ya en la década de los 80 del pasado siglo, aglutinó a los caricaturistas de la provincia para que tributaran sus trabajos al periódico, entonces con salida diaria, y en el que llegó a publicarse con esos materiales una página los domingos denominada Pica Pica.
Con la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) en la provincia de Granma impartió conocimientos y dirigió el curso medio de técnica periodística en el que matricularon gran cantidad de corresponsales voluntarios y otros profesionales interesados en esa materia y que arrojó muy buenos resultados. También fue presidente por largo tiempo de la delegación de base de los periodistas en el periódico la que se caracterizó durante su mandato por un eficiente trabajo y ser puntera en la emulación de la organización en nuestro territorio.
Directamente con Puchichi trabajé a partir de mi inserción en el departamento de Redacción –ya en su sede del Poligráfico bayamés- allá por el año 1987 y siguientes, primero como redactor auxiliar y luego como jefe de este, y aunque como todos los que le conocíamos sabíamos que cometía muy a menudo errores en el cálculo de los materiales, yo lo prefería a él como pareja de labor por su rapidez en la ejecución de las tareas, todo lo contrario de Güell quien era muy preciso en eso de calcular el espacio que ocuparía en página un trabajo periodístico pero demasiado lento en su realización.
En todos estos años, más de 30, ya ambos estamos jubilados y siempre hemos mantenido una bonita y sincera amistad, la cual se ha extendido a nuestras respectivas familias y perdurará mientras dure nuestras vidas. Felicidades y enhorabuena, Puchichi.

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