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sábado, 20 de diciembre de 2014
martes, 2 de diciembre de 2014
Puchichi: ese tipo inquieto y fastidiador
Este 2
de diciembre de 2014 arriba a sus 63 años de vida un gran amigo, Juan Agustín
Rodríguez Licea, a quien todos cariñosamente siempre le hemos dicho Puchichi. No
recuerdo con claridad, cuándo y en qué momento lo conocí, solo veo vagamente a
aquel jovencito allá en el periódico La Demajagua en su primera sede de la
calle Martí número 70, en Bayamo, luego de regresar yo a mediados de 1979
después de cumplir misión militar en la República Popular de Angola.
En esa
época ya Puchichi estaba allí y laboraba como diseñador en la redacción del
órgano de prensa junto a Miguel Güell Polanco, este último lo hacía como
formatista.
El
Pucho, como también se le ha dicho y él mismo así se dice, era y es de esos
tipos inquietos, alegre y dado a hacerles maldades a los demás compañeros, algo
que lo caracterizaba como el típico cubano jodedor, pero eso sí siempre
cumplidor con todas las tareas tanto laborales como de otra índole en las que
tomara parte.
De esa
manera, por aquellos años ya en la década de los 80 del pasado siglo, aglutinó
a los caricaturistas de la provincia para que tributaran sus trabajos al
periódico, entonces con salida diaria, y en el que llegó a publicarse con esos
materiales una página los domingos denominada Pica Pica.
Con la
Unión de Periodistas de Cuba (Upec) en la provincia de Granma impartió
conocimientos y dirigió el curso medio de técnica periodística en el que
matricularon gran cantidad de corresponsales voluntarios y otros profesionales
interesados en esa materia y que arrojó muy buenos resultados. También fue
presidente por largo tiempo de la delegación de base de los periodistas en el
periódico la que se caracterizó durante su mandato por un eficiente trabajo y
ser puntera en la emulación de la organización en nuestro territorio.
Directamente
con Puchichi trabajé a partir de mi inserción en el departamento de Redacción
–ya en su sede del Poligráfico bayamés- allá por el año 1987 y siguientes, primero como
redactor auxiliar y luego como jefe de este, y aunque como todos los que le
conocíamos sabíamos que cometía muy a menudo errores en el cálculo de los
materiales, yo lo prefería a él como pareja de labor por su rapidez en la
ejecución de las tareas, todo lo contrario de Güell quien era muy preciso en
eso de calcular el espacio que ocuparía en página un trabajo periodístico pero
demasiado lento en su realización.
En
todos estos años, más de 30, ya ambos estamos jubilados y siempre hemos
mantenido una bonita y sincera amistad, la cual se ha extendido a nuestras
respectivas familias y perdurará mientras dure nuestras vidas. Felicidades y
enhorabuena, Puchichi.
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