En estos días en que se conmemora un aniversario más de la batalla de Guisa, hecho ocurrido del 20 al 30 de noviembre de 1958, me viene al recuerdo un recorrido que hicimos por ese municipio de la provincia cubana de Granma, un grupo de miembros de la asociación de base 0521, de Bayamo, de la Asociación de Combatientes de la Revolución (ACRC), como parte de sus actividades de confraternización.
En esa
ocasión, en un acercamiento a nuestra historia visitamos la Loma de Coroneaux,
sitio declarado Monumento Nacional y escenario de la épica contienda entre
fuerzas batistianas y del Ejército Rebelde, y donde cayera el bravo capitán
Braulio Coroneaux, ascendido póstumamente a Comandante, su ayudante Guillermo
González y otro soldado cuyo nombre aún se desconoce.
El profesor
Juan Gómez, de nuestra asociación, explicó grosso modo la situación imperante en
Cuba en aquella etapa de las luchas por la definitiva emancipación del país; luego el también asociado Carlos Cabrera,
quien perteneciera a la Columna Uno, dio sus vivencias sobre la batalla,
convirtiéndose sus palabras en rica lección de Historia para las nuevas
generaciones y para los que ya peinamos
canas.
Recordó que
en Guisa unos 200 miembros del Ejército Rebelde con el Comandante en Jefe Fidel
Castro Ruz al frente, mantuvieron sitiada la guarnición de esa localidad y no
dejaron entrar al refuerzo de los militares del régimen de la dictadura
batistiana que solo en Bayamo contaba con alrededor de 5 mil efectivos.
El 30 de
ese mes las fuerzas rebeldes alcanzarían una victoria más y de gran importancia
en la lucha por la liberación del país que se alcanzaría poco después con el
triunfo del primero de enero de 1959.
Más tarde
estuvimos en el bello Mirador, unidad del comercio y la gastronomía, con una
rica oferta de comestibles y bebidas, que además cuenta con un grupo de cabañas
para hospedar a clientes. Desde el lugar se observa el caserío de la zona
urbana de la localidad de Guisa, el lomerío de esta parte de la Sierra Maestra y a
lo lejos se divisa un pedazo de la ciudad de Bayamo, la capital provincial.
Concluimos
la estancia con una breve pero amena entrada al Jardín Botánico Cupaynicú,
donde nos asombramos con las maravillas de la naturaleza ante tantas plantas
que el lugar atesora y que sus trabajadores cuidan con esmero.
Esa jornada
quedó grabada en todos los que participamos y adelantamos los deseos de
realizar más actividades de ese tipo a otros lugares que nos llenen de energía
positiva en medio del trajín diario.