Es 16 de abril y en Cuba se celebra el Día del Miliciano y del trabajador
del Partido. Lo primero por ser en esa fecha de 1961 cuando cientos de
ciudadanos civiles cubanos empuñaron las armas para repeler la invasión
mercenaria por Playa Girón, y lo segundo por considerarse como momento
fundacional del Partido Comunista de Cuba.
Yo no sería miliciano pero sí trabajador del Partido por casi cuatro
décadas, desde 1973 hasta el 2011, y siempre por estos días se nos homenajeó y
en especial cuando cumplíamos años de trabajo de cinco en cinco se nos
entregaba el Certificado firmado por el Líder de la Revolución, Fidel, en mi
caso mucho antes de jubilarme recibí el correspondiente a 35 años de labor,
ahora estaría mereciendo el de 40.
Por tanto, estas jornadas de abril son para muchos de hondo significado:
para los que combatieron en Girón, algunos muy bisoños por esa época, un gran
honor al infligir con su acción la primera gran derrota al imperialismo en
América; y a quienes se desempeñan en el Partido, la distinción de acompañar a
ese organismo político en las múltiples tareas en la construcción de la
sociedad.
Esta fecha, sin dudas, es de gran importancia para nuestra nación por su
significación histórica para las presentes y futuras generaciones de cubanas y
cubanos.