El 7 de
diciembre es una fecha de hondo
significado en la historia de Cuba, un día como ese pero de 1896 murió en
combate, en Punta Brava, La Habana, Antonio Maceo Grajales, el Titán de Bronce,
junto a él también cayó su ayudante Panchito Gómez Toro, hijo del Generalísimo
Máximo Gómez.
Maceo había
nacido en la finca Majaguabo, Santiago de Cuba, el 14 de junio de 1845, participó
en las Guerras de Independencia de 1868 y 1895, para liberar a Cuba del
coloniaje español; el 15 de marzo de 1878 protagonizó la Protesta de Baraguá
salvando así la dignidad del pueblo cubano, hecho que al decir de José Martí,
Apóstol de la independencia cubana, representa una de las páginas más gloriosas
de nuestra historia.
Antonio Maceo,
se caracterizaría por tener tanta fuerza en el brazo como en la mente, sería
muy fiero en el campo de batalla y por ello ganaría el calificativo de Titán de
Bronce.
Tenía
23 años cuando en 1868 se alistó en las fuerzas independentistas junto a su
padre y sus hermanos José y Justo. Su primer ascenso en las filas
revolucionarias se produjo al ser nombrado ayudante de Máximo Gómez, a partir
de entonces se dio a conocer como un heroico combatiente. Participó en
numerosas acciones de guerra tras las cuales alcanzó el grado de mayor general.
Sin
embargo, en la Guerra de los Diez Años poco a poco fueron produciéndose fisuras
entre los independentistas, en 1877 rechazó una oferta de alianza con Vicente
García para derrocar al gobierno revolucionario; también declinó la propuesta
de paz del general español Arsenio Martínez Campos que no incluía ni la
independencia ni la abolición de la esclavitud por lo que se negó a acatar la paz de Zanjón de 1878.
Maceo continuó combatiendo en Oriente, hasta que el desgaste de sus tropas lo
obligó a exiliarse en Jamaica, desde donde siguió conspirando.
En 1895,
cuando estalló la revolución cubana organizada por José Martí, Maceo desembarcó
por Duaba y asumió la jefatura de las fuerzas de la provincia de Oriente.
En esa contienda, junto al
Generalísimo Máximo Gómez, llevaría la guerra a todo lo largo de la isla con
operaciones militares que llegaron hasta la provincia de Pinar del Río, y muere
en el campo de batalla el 7 de diciembre de 1896. Sus restos y los de Panchito
fueron rescatados en intrépida acción por el coronel Juan Delgado y descansan
en el sitial histórico de El Cacahual, en La Habana.
En el propio lugar están también los
restos de Juan Fajardo Vega, el último mambí de nuestras guerras
independentistas, y reposa en “tierra pelada” como él mismo lo pidió Blas Roca
Calderío, un comunista consagrado que con el triunfo de la Revolución supo entregar a Fidel
las banderas del Partido, reconociendo así el liderazgo del Comandante en Jefe
cubano.
La fecha ha sido denominada como el Día
de los caídos en nuestras guerras de independencias.
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