El 31 de mayo se celebra el Día mundial contra el tabaquismo, en este contexto recuerdo haber leído hace unos años en el diario de los jóvenes cubanos, Juventud Rebelde en su soporte de papel, un trabajo firmado por Roberto Díaz Martorell sobre las consecuencias del mal hábito de fumar.
Sobre ello se ha escrito bastante, incluso en Cuba la propaganda para desestimular ese vicio llega hasta advertir a los fumadores con mensajes como: Fumar daña su salud, que se pueden leer en las cajas de cigarrillos.
¿Hombre o “penco”?, así se titulaba el comentario al que hacía referencia y en el que aparecían una serie de datos que realmente asustan a cualquiera, pues solo en el humo del cigarro hay: cianuro, benceno, formaldehido, metanol (alcohol metílico, también conocido como alcohol de madera), acetileno (el combustible utilizado en las antorchas para soldar) y amoniaco, además de gases venenosos como el óxido de nitrógeno y el monóxido de carbono.
¡Caballeros!, y aun así seguimos fumando. Unos alegan que lo hacen por placer y que llevan bastante tiempo en eso y no les ha pasado nada, otros que los ayuda a relajarse, etcétera.
En mi caso, el argumento es que no lo he dejado porque fumo muy poco, lo cual es cierto pero no pasa de ser una justificación como la de otros tantos fumadores.
Fíjese que fumar –según estudios médicos- produce afecciones en las vías respiratorias, cardiopatías e hipertensión; da mal aliento, mancha los dientes, además de provocar padecimientos en los riñones, el páncreas, el cuello uterino, el estómago, y causa algunos tipos de leucemia.
Según estadísticas médicas por años se incrementa el número de muertes por cáncer del pulmón provocado por el tabaquismo.
Aseguro que después de leer el referido material sentí temor al pensar cómo a diario enveneno mi cuerpo, y eso que no comparto el refrán que dice: “El que por su gusto muere, la muerte le sabe a gloria”; nada de eso, no existe algo tan preciado como la vida y vivirla con salud, lo demás es cuento de camino.
Soy sincero, aún no he hecho el compromiso de dejar de echar de vez en cuando una fumadita, pero con esos truenos realmente lo estoy pensando y sería bueno que muchos adictos a ese vicio también lo hicieran, para su bien, nuestro bien, el de la humanidad toda y por qué no del medio ambiente al cual saturamos con esos gases venenosos.
Verdaderamente, fumar en vez de placer es –como reza el título de este comentario- un mal hábito que mete miedo.